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Pegados

  Eres tú, soy yo, es más lo que no somos e intentamos; eres la no caña de tu talle donde más flexibles son mis vértebras cuando arrecía la zafra sus almíbares de incendio que desdibuja guardarrayas y nimba caramelos; soy no el mar donde más proceloso me tienes adentrado en tus marismas o miradas, tus anzuelos afectados de azul preciso pelea sus alfiles con los cangrejos de mis ojos que perdieron el cenit y  paracayeron  en tu escote que aprendió a sonreír y yo a volar; somos vivos y estamos tontos  por querer ser más, mi corazón que saca la lengua para lamer tu corazón en el borde más distante de tu boca, falo ciclópeo que medio mira y late, vulva, pálpito que parpadea sus tigres como astros; estamos vivos y somos tontos por querer quedarnos pegados con decirnos y hacernos estas cosas, mucílago de las entrañas frente al universo que no somos, que intentamos con dragarnos el silencio del estanque de las semanas cortas, universo que está siempre pero nunca ahora; nosotros sí, ahora: est

Infinito instante

  Entre toda la materia y la antimateria, mi gusto es servirme de tus átomos, degustarte sin cuchara, con las manos, directamente  del espacio que ocupas en el fuego, y que ocupo con urgencia al tanteo del aire de mi boca, que no respira, pero te sonríe, en el fuego, y que ocupo con urgencia al tanteo del aire de mi boca, que no respira, pero te sonríe, siempre derramados por bebernos sin modales, dando tumbos por la tabla periódica, nuestra cama elemental de intentarnos. Ninguno se mis besos te digieren, pero me muero en el intento de una nueva Física más Química, un elemento sin par que interactúe con la gravedad de estar soñándonos y que oxide tanta piel que se despierta al descubrir los nuevos soles. Nos dicen que fuimos polvo cósmico, que nos parieron las estrellas, que somos consciencia de ser universo; celebro la infinitesimal casualidad de tu mirada delimitada en negro profundo por la angustia del caos por mirar algo, lo que sea, de fraguar en sus campos un origen de luz que se

Genuinos

  Agosto es para los duraznos lo que en noviembre eres para mi boca: una mancha de dulzura que dispersa sus labios por todo el cuerpo; terciopelo que anda al galope por mis manos sin dejar atrás ninguna estrella. Piel casi redonda como el mar de lo que llamamos tierra para circunnavegar tormentas anaranjadas y hundirnos en el clamor de nuestra semilla que desentierra una mano para arrebatar el aire. Eres una preciosa cosquilla que me lates fuera de mi pulso: contigo ríe la hendidura del tiempo por donde nos colamos a ser polizontes de este barco, hacemos olas y hacemos agua con nuestra sed, hacemos del tiempo miradas interminables, ojos que descuentan la horas para contar el cielo y sumar la apoteosis de ser con la luz un genuino instante. 21 de agosto de 2023

Cielo de superhéroes

Tú y tu lengua de sábila para un corazón varicoso, apuntalado con contraseñas de seguridad nacional por su alergia al polen y su propensión al dogal de los escotes donde se columpian los suicidas. Tus pirañas sonríen más allá de tu ombligo, párpado entrecerrado que sondea mis regiones inexploradas para poblarme de lámparas y bajorrelieves. Tus manos también me miran oscuramente, me auscultan lo que me queda de día para embalsamarme de primavera. Sonríes a quemarropa, disparas a mansalva miradas impunes de matarme, y no me muero. Soy semilla entre tus dientes, retoño de tus labios en olas, beso que se abre a la fruta desde su raíz más íntima y húmeda. Caigo sobre ti y me siento llovizna, lluvia, tormenta bajo tu ropa, cielo de tu cuerpo condensado de la niebla de mirarte así; dentro de ti me siento adentro y más, río hasta el origen de tu sed, de tu ansia misma de derramarte sobre el mundo y prodigar que contigo nació la luz, que nombrarte es rutilar con las estrellas, conceder el deseo

Lo irrenunciable

  Abrimos los ojos, brazos, bocas, vientres como un libro de relatos orientales, nos abrimos en el número de página siguiente a la que no hemos leído, líneas largas, ciliadas como párpados, nos entrevén, tinta o cursor apenas, párrafos sin título, incesante corriente que nos ahoga en una densidad febril, profunda superficie ondulatoria que conocemos por repetición, que repetimos por desconocida, porque en el brocal de la garganta tenemos  la sed y nos bebemos a tragos, nos saciamos de reflejos, pero vuelven las manos a estar vacías, somos como la sed, irrenunciables, tardamos en llover torrentes, pero sabemos que nuestros ojos son el punto de reunión en un mapa entre calle y esquina y estrella, y ya nos miramos sin saber qué es mirar mientras corremos o soñamos, como si la luz tuviera estambres y fuéramos madeja del mismo ovillo al final del dédalo, al final de todo, cuando abrimos la puerta, los ojos, y tú me miras y yo te miro. 21 de febrero de 2023

Presencia

  me estás mirando, permaneces en la noche como un ramo encendido, hojas de tus ojos, tallos de tu talle, de tus colores las corolas, pétalos tras pétalos que arden sin quemarse, ondulan, se proyectan alrededor sobre las cosas que fosforecen sus líneas degradadas con inquietud de algo, expectantes de que los rincones ignotos se vuelquen sobre el piso con su danza oscura o de que al fin abras los ojos en alguna parte, aquí, porque toda esta atmósfera es tu mirada suspendida como el sol que está siempre, ubicuo, aun en las antípodas o entre nubes o eclipsado y tu mirada es una redondez que no se apaga y nunca duerme aunque busques tus ojos para cerrarlos de sueño o de muerte, me estás mirando, ciego de ti todo el tiempo, todo el tiempo me estás mirando, me estás mirando, me estás mirando… 28 de septiembre de 2023

Tantas cosas por hacer

  ¿Cuánto pesa una rebanada de tu boca sin anclas, sin pintalabios  Atardecer en la Bahía ? No menos que tus palabras, tus palabras que sostienen al mundo que a cada rato tropieza porque no aprende bien a caminar y va corriendo quién sabe a dónde o hasta cuándo. Escucharte es ver con claridad el sitio donde los puntos trepan a las íes que se sacuden cuando la verdad les llueve recio para entender la termodinámica elemental del paso y que la paja y el detritus al lado de nuestra casa aún sirven para fraguar adobes o encumbrar golondrinas. Todo el tiempo hablas de las cosas por hacer de un modo tan esperanzado y dulce que ya parecen hechas porque las estás nombrando, aunque esto no pague las cuentas del cable, el internet de la ventana y el oxígeno de las petunias. Pero eso multiplicamos nuestras manos y nos leuda mejor el gluten de las teleras del diario donde inventamos el oficio de no aburrirnos con nuestro estandarte izado en el palo trinquete de la bicicleta, calavera de piratas en